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« Circuncidaréis todo varón » (Bereshit 17 :10)
Leyes :
1-La mitzvá de circuncidar a un hijo varón recae sobre el padre. Si no le es posible al padre realizarla, podrá nombrar un representante que tome su lugar.
2-Ocho días despues del nacimiento se cumplirá esta mitzvá. Ha de ser durante el día y no durante la noche.

3- Aun cuando el octavo día pueda coincidir con Shabat, Yom Tov o Yom Kipur, la mitzvá de « milá » (circuncición) se mantiene y deberá ser realizada.

Comentario :
Entre los enfoques que se dan a esta mitzvá, R. Ovadía Sforno (1) (Siglo XV), explica que la circuncición marca al hombre de por vida, pues es una señal impuesta por D–s para diferenciarlo y recordarle su misión con respecto a Él. En el Talmud (2) se nos presenta a la mitzvá de « milá » como aquella que posee el mérito de todo el resto de las mitzvot. Esto se debe a su función de recordarnos que somo sirvientes de Hashem y debemos serle fieles cumpliendo todas las mitzvot. Todo niño judío, a los ocho días de su nacimiento, sufre una operación para poder realizar la milá. Y nos podemos preguntar, Acaso Hashem no podía crear al hombre físicamente perfecto desde su nacimiento, sin necesidad de «ajustes»?
El Sefer Hajinuj (* 3) nos revela que así como en el plano físico, desde un principio, se exige que la persona perfeccione su cuerpo, de igual manera el hombre deberá mejorar sus cualidades y su espíritu. Ninguna persona deberá asumir que desde el nacimiento posee cualidades puras de espíritu.

Cuando Abraham fue encomendado a realizar esta mitzvá, D–s le enfatizó que la « milá » se convertiría en un pacto entre ellos y seguiría en vigor durante todas las generaciones. Este pacto, como cualquier otro, obliga a ambas partes adoptar la misma conducta el uno hacia el otro. Las cualidades con las que el hombre se comporta en su vida díaria deberán ser correspondidas con cualidades con las que Hashem se revela al mundo y a la humanidad.

Por otro lado la « milá » nos enseña que el sistema educativo para afinar el carácter humano ha de ser el de cortar toda tendencia que nos impida servir correctamente a nuestro creador y dificulte la unión entre los miembros de nuestra sociedad. Nuestros sabios denominan estas tendencias como «prepucio del corazón.» Tanto el prepucio del cuerpo como los del corazón han de ser extirpados. Este pacto en el cuerpo humano no podrá ser borrado y recordará a una generación tras otra, nuestra ascendencia a Abraham y nuestra fidelidad a D–s.

(1) Bereshit 17 :11 (2) Talmud Babli Trat. Nedarim (32b)
(*3) Mitzvá 2

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